El Rey Midas, aquél que convertía en oro lo que tocaba, no tiene nada que ver con la gallina de los huevos de oro. No era un cobarde como dicen algunos, eso es otro cuento.
Buen repaso le has dado a los cuentos clásicos, Luisa. Son todos geniales. A la niña que subyace dentro de mí, le encantan y a la mujer madura que soy, le dejan el asombro dibujado en su rostro :-O
Buen repaso le has dado a los cuentos clásicos, Luisa.
ResponderEliminarSon todos geniales. A la niña que subyace dentro de mí, le encantan y a la mujer madura que soy, le dejan el asombro dibujado en su rostro :-O
Un abrazo.
Luisa, la vida está repleta de cuentos, por suerte hay cuentistas como tú con mucho arte para descubrirnoslo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aquí hay un embrollo de cuentos...
ResponderEliminar