Su misión estaba suficientemente clara y, como ordenador, cumpliría con ella.
Cuando determinados niveles en la atmósfera, en el agua o en el aire fuesen superados o no alcanzados, él simplemente despegaría y se alejaría del planeta muerto poniendo a salvo al Banco Mundial de Especies Terrestres. Después buscaría uno nuevo, un lugar en el espacio en el que la terraformación fuese viable y lanzaría la bomba cargada de vida para iniciar una nueva evolución.
Comenzaría así la construcción de una nueva Tierra, una versión mejorada del original, en la que un científico, un hombre, no había tenido el valor de eliminar a la razón última de todos los problemas: el virus, un hombre como él era.
(Si tienes un microrrelato con temática ecologista, no dudes en enviármelo. Si, por el contrario, prefieres ilustrar, ponte en contacto conmigo, esta sección la estamos construyendo entre todos y estás invitado. ¡Muchas gracias!)
Decía en un comentario anterior que se ha tragado el ciberespacio que me gusta y me dejas con miles de incógnitas...
ResponderEliminarBesos desde el aire
PD. Este dibu me suena, jeje.
Jope Luisa, los virus no se curan con antibióticos ya sabes, sólo paliativos menores :-)
ResponderEliminarMe gusta el toque de esperanza, porque al menos existe una "bomba de vida" que lanzar...
Abrazos
Lo que hoy nos parece ciencia-ficción, es muy probable que algún día llegue a ocurrir de verdad.
ResponderEliminarGran micro, Luisa.
Un abrazo.
Pues yo creo que vamos mal si también incluyen al hombre que es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Un beso.
ResponderEliminarYo, lamentablemente, estoy con Mar. Somos capaces de grandes cosas, de ser maravillosos y al tiempo, acabamos con otras especias y no somos capaces de hacer lo básico que es ponernos las pilas y asumir nuestros errores.
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo, somos un virus y de difícil curación. Esta bola azul se merecía algo mejor...
ResponderEliminarBesitos
Somos un virus para el que no se ha encontrado vacuna, y además nos reproducimos casi a la velocidad de los neutrinos. Somos invasores de nosotros mismos. Y luego nos llaman inteligentes.
ResponderEliminarEstá claro que somos un virus, miedito me da que seamos capaces de "colonizar" otros planetas y traspasar a ellos nuestra basura, nuestro C02 o vayase usted a saber qué.
ResponderEliminarLuisa, para mi gusto, el micro terminaría en problemas. La explicación final no me resulta necesaria. Es mi opinión, claro.
Un abrazo de mujer (ja ja, nosotras no sobramos)
Lo que pasa es que no movemos el culo por nadie, ni por nosotros mismos. Me ha gustado "la bomba cargada de vida", pues eso una bomba si dentro lleva el virus del mal hombre. La ilustración de Jualu con esa Tierra 2.0 muy coqueta.
ResponderEliminarEn este caso la ilustración fue primero, pero no sé que vi en ella que... salió esto.
ResponderEliminarUn beso y gracias.