Harto de oír las continuas quejas de su esposa, de sus hermanos, de su madre, del camarero, del mecánico, de un desconocido, de sus hijos,…; harto de oírles lamentarse por la economía del país, por las colas del paro, por la falta de dinero, por las vacaciones postergadas, por la cola del cine, por el tiempo que hace, por la programación, por madrugar, por tener que ir a trabajar, por… Sencillamente harto, ¡explotó!
Dos segundos después todos volvieron a redoblar sus quejas: por las manchas de sangre, por el ruido ensordecedor, por las esquirlas de huesos que había por todas partes, por inoportuno, por lo excesivo, por haberles sorprendido, por no haber aprendido nada escuchándoles, por no avisarles, por quizás tenérselo merecido, por su persistente silencio, por su tez pálida y (en esto todos estuvieron de acuerdo) por haber sido toda su vida un soso y un triste.
Luisa, es que nunca llueve a gusto de todos. Me gusta ese personaje que estalla, como una venganza callada, como irse a hurtadillas.
ResponderEliminarMe ha gustado el micro, y la soledad infinita que transmite.
Un abrazo
Muy bueno Luisa. Me ha gustado mucho esa explosión literal. Pero ni por esas se han dado por aludidos los quejicas. Mucho quejarse y no buscar algún cambio o solución. Es muy triste. Un beso.
ResponderEliminarEl caso es quejarse...Pero a este pobre hombre no le sirvió de nada explotar, siguieron igual.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Luisa.
Besos desde el aire
Pobre hombre. Seguro que él nunca se quejó.
ResponderEliminarHay que quejarse de vez en cuando, pero, a veces, resulta tan práctico como mear contra el viento...
¿Dije ya que me gustó? Pues eso.
¡Buen fin de semana, Luisa!
Hay que ir soltando lastre de vez en cuando. De lo contrario, el globo se va inflando más y más hasta que la presión lo hace estallar.
ResponderEliminarGenial, Luisa.
Un abrazo.
A mí las únicas explosiones que me gustan son las de júbilo ;) y a pesar de eso, tu relato me gustó.
ResponderEliminarLuisa, las personas podemos llegar a ser un balón de playa que se infla, se infla... hasta que explota. Muchas veces a nuestras presiones se unen otras y otras. Vaya que me has dejado impresionado con este relato de quejas. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gustado esa retahíla de quejas sin fin, han hecho que el pobre "explotado" me caiga estupendamente.
ResponderEliminarUn abrazo
jejeje, a mi en ocasiones me gustaría explotar.
ResponderEliminarMuy bueno!
Un abracico!!!
Si, es el pago por llevar el peso del mundo a cuestas. Bien mostrado, si señor.
ResponderEliminarUn saludo
Muy buen micro, Luisa. Me ha gustado esa repetición de las quejas que da sentido a la explosión, y esa sucesión de quejas posteriores, que demuestra que la explosión fue un sinsentido...
ResponderEliminarUn abrazo.
Me rechifla este cuento, Luisa. A partir de ahora va a pasar muy a menudo.
ResponderEliminarAbrazos enormes,
P
Jeje, es lo mejor que pudo hacer. Y sí señor, debemos protestar por todo, ser inconformistas. Vale es broma. Me ha gustado, Luisa
ResponderEliminar¡Pobre hombre! a pesar de explotar aún así siguieron con las quejas...
ResponderEliminarBien contado, Luisa
Besitos
Este micro es de los que más me ha hecho reír. Junto con el de "La pitonisa", todavía me río cuando se me viene a la cabeza (sí, después de tanto tiempo, no es coña)para mí son dos de tus mejores micros.
ResponderEliminarUn saludo.