Algunos días después, ya en el despacho:
-Tenemos una visita.
Y antes de que G. pudiese preguntar, vio a una joven
preciosa que sólo podía ser Blancanieves y uno de los siete enanitos del cuento
pero… ¿cuál?
-¡Qué ganas de conocerles en persona! Todos los
periódicos hablando de ustedes. Y la madrastra en la cárcel, y Bob feliz en
ella, dispuesto a aprender carpintería y construir un nuevo Pinocho. ¡Qué idea
más divertida! Déjeme que les mire, las fotos no les hacen justicia. Listos y
guapos, justo lo que te estuve diciendo ayer, cariño –dijo mirando hacia el
enano-, listos y guapos.
Blancanieves parecía haberse tragado el espejo,
habló sin parar media hora larga y después, afortunadamente, volvieron a irse.
-¿Quién de todos es él?
-Mudito, evidentemente –contestó Eva-. Tiene una prometedora
carrera en el cine. Lo esta petando.
-¿Petando?
-¿No te acuerdas? Por contrato, en cada capítulo,
tenemos que usar al menos un palabro. Hoy el palabro es “petar”.
-Sea.
***