29 de septiembre de 2014

Verdes

Eran abuela, madre, hija y tía o, quizás cuatro amigas, no es importante.
Desde el interior de la casa veían pasar la vida, asistían a los paseos y a las carreras, a las zancadas y a los pequeños atascos, a los asaltos y a las cazas. Con el corazón en un puño esperaban y deseaban a un tiempo: internarse en la acción y permanecer al margen.
Sin embargo para ellas, las fichas verdes del parchís, como a nosotros nos pasa, la suerte no atiende a razones, oraciones o ruegos. El azar depende solo y exclusivamente de la cara por la que el dado caiga.
Más concretamente en su caso y como viene siendo costumbre, han de entrar en acción en cuanto sale un cinco. Mientras que nosotros, dueños de las manos que mueven sus dados, el comienzo de la partida se produce al nacimiento si bien en algunos casos el inicio de la vida puede llegar a retrasarse durante años.

26 de septiembre de 2014

Subirse al carro

Entró en casa, oyó ruidos en el dormitorio y empezó a pensar que sus sospechas eran ciertas. Ya en la puerta de la habitación, descubrió al marido de su mejor amiga, la misma que yacía en la cama desnuda e inerte junto al que era su marido también muerto y con un tiro en la cabeza. Se quedó mirándolo en silencio, admirando el cuidado con el que ya estaba limpiando huellas; intercambiaron una mirada de complicidad, repasaron juntos la escena, se despidieron, le dio las gracias junto a la puerta del ascensor y, hasta que no hubo salido del inmueble, ella no volvió a la casa para llamar, entre lágrimas y sollozos entrecortados, perfectamente histérica, a la policía.

24 de septiembre de 2014

Viento

Mi sombrero voló.
Subimos juntos.

22 de septiembre de 2014

Aislado

Le llevó algún tiempo comprender que aquellos barrotes que, en un principio tanto le hirieron, servían para alejarle del opresivo ambiente en el que había vivido al tiempo que dejaban el espacio necesario para que sus ideas, sus propias ideas, le liberasen.

19 de septiembre de 2014

Aprendiendo a dominar el fuego

Las noches eran aburridas, frías y largas; esa fue la razón principal por la que le aceptamos, para poder luchar contra el frío y alejar a los animales. Sin embargo su poder no era tanto como él creía, antes de que se diera cuenta algunos lo imitábamos con éxito a escondidas.
Poco después un hombre le hizo tropezar o una mujer lo empujó, poco importa, el caso es que cayó en el fuego que él mismo, haciendo aspavientos y dándose importancia, había encendido.
Así fue como aquel pesado se convirtió ante nuestros divertidos ojos en cena.

18 de septiembre de 2014

El discurso del ahorcado


-Construyen edificios cada vez más altos para estar cada día un poco más lejos  de nosotros -dijo el mendigo.
-¿Y por qué los suelen cubrir de cristal? -preguntó el más joven.
-Por muy distintas razones: para controlarnos, para tener vistas sobre la miseria que esquivan, para recordar que han de luchar por no caer al suelo, para ver un simulacro de cielo a través de grueso cristal ahumado y decir que hace buen día, mientras la temperatura de su aire la regula el ordenador central del edificio inteligente.
-¿Cómo sabes eso?
-¿Ves la soga que llevo al cuello?
-Sí.
-Pues antes era una corbata.

15 de septiembre de 2014

La pesadilla

Con cada acometida el mar revive el naufragio. Lo repasa. Lo repite.

12 de septiembre de 2014

El cebo

La noche está en silencio. La mujer avanza sola con pasos elásticos hacia su cita y registra su entorno: un hombre fuma en una escalera de incendios, una vecina saca la basura, un perro olisquea y orina en una farola, un borracho duerme plácidamente en el callejón, una pareja se funde en un beso. Ve lo de todas las noches, lo de siempre: gestos congelados, a la expectativa, miradas esquivas y silencios.
De pronto, por el fondo de la calle, se oye el motor de un coche sin luces, negro, que para precipitadamente junto a ella; alguien abre la puerta lateral, la quieren atrapar, la capturan, la hacen desaparecer mientras ella apenas logra emitir una protesta o un gemido.
Para cuando el vehículo arranque, el dispositivo ya se habrá puesto en marcha y los policías surgirán de las sombras que lamían el asfalto de las aceras, apagando sus cigarros, mirando sus relojes y calándose el sombrero.

10 de septiembre de 2014

La frontera del tiempo

En cuanto la vio se descubrió dispuesto a todo: a darle frío revoloteándole el cuello, a inyectarle veneno con un beso, a soplarle su aliento cálido y húmedo, a llenar su oído de susurros ensordecedores, a quemarse la punta de los dedos con su piel, a amasar futuros hasta hacerlos pan de cada día, a cerrar los ojos e imaginársela entre sus brazos mientras la abrazaba, a…
Fue un instante tan intenso como no había vivido antes, tras el cual recordó la realidad que le limitaba: creciendo a la velocidad de un día cada día, ella estaba a una distancia que no era menor a siete años en el futuro, sin contar con las restricciones que también imponía el espacio.

8 de septiembre de 2014

Orgasmo en las gradas

El balón tanteó la canasta en varias ocasiones, hasta penetrarla.

4 de septiembre de 2014

Adaptación evolutiva

Petra Acero


















El hotel con el que nos ganábamos la vida estaba junto a una de las carreteras que salían de la ciudad. Yo lo había heredado de mis padres y, con el paso de los años, habíamos visto como la metrópoli cada vez más cerca amenazaba con engullirnos. Así, habíamos dejado de ser una encantadora casa rural y quizás acabásemos por  convertirnos en uno de esos hoteles que hay en los polígonos industriales, llenos a partes iguales de altas voces y de gemidos.
Yo miraba con aprensión a mi mujer, que era de misa diaria, y me preguntaba qué sería de nosotros cuando trasformasen la iglesia en una discoteca y nuestro pequeño pueblo en un satélite con cuatro casas.
Qué tonto soy, ¿verdad? y qué olvidadizo.
En cuanto volvimos de despedirnos entre lágrimas del cura, un buen amigo, ella puso la radio a todo volumen, empezó a mover las caderas, a guiñarme un ojo y a servirse un lingotazo de whisky. Sentí otra vez un pellizco en el corazón y recordé el modo en que nos habíamos conocido, el momento exacto en que habíamos decidido vivir y sobrevivir juntos.

(microrrelato escrito para la convocatoria de ENTC del mes de julio: “…en aquel hotel de carretera…”)

1 de septiembre de 2014

Organizando la ayuda



             La campana viene sonando todos los días desde hace dos semanas. De modo que, cuando cae el sol, los vecinos nos reunimos para seguir con las deliberaciones y las decisiones tomadas por mayoría. Viéndonos cualquiera podría pensar que tenemos al pueblo, a las tierras y a los animales, desatendidos y sin directrices; pero lo cierto es que el verano pasa sobre nuestras casas tan sin noticias y sin problemas como ha pasado siempre. De momento hemos decidido mantener la educación y la compostura; comprendemos que al Hortensio, con la muerte de su mujer, la casa se le cae encima y el concejo viene a suplir su acuciante necesidad de consuelo, conversación, apoyo y ayuda.
            No obstante el viernes pasado, por la mañana, en una era que queda lejos de las que él transita, nos volvimos a reunir. Decidimos que, si pasado el verano, no acababa por sentirse menos solo y más dueño de su casa y de su vida, no haríamos chistes ni veríamos con malos ojos que la buena de Delia, que se ofreció voluntaria, tomase la iniciativa y se hiciera cargo de él de la mejor forma que pueda.

(microrrelato finalista en el III Concurso de Leonardo Barriada, publicado en la web de la Asociación Félix de Martino, en donde encontrarás los textos ganadores)