Gracias a papá
comemos hoy. Gracias a su falta de puntería, su incapacidad para pescar o su
ineptitud para identificar una planta venenosa o correr detrás de una gallina.
Cada uno tiene un propósito en la vida, dice mamá mientras saborea el pedazo de
papá que se ha metido en la boca; una obligación para con los suyos, añade con
una sonrisa.
Ella, por su parte, es buena en
venenos y venganzas; nadie tiene ninguna duda, en especial la joven que
tonteaba con padre cuando él era como siempre fue, hábil y encantador, como le
recordamos en silencio y con la cabeza gacha, no como en los últimos días.