Mirando
alrededor, repaso una vez más nuestra situación en la batalla. El primero de
nosotros está lejos, puede que haya logrado dejar atrás a aquellos que le
seguían. Por delante de mí, a siete pasos contados, está el que ocupa el
segundo puesto, de momento ha logrado ponerse a salvo, pero aún puedo ver sus
ojos inyectados en miedo. A mis espaldas, aún en el refugio, imponente y
mordiéndose las uñas, nuestro último, ansioso de entrar en acción para obligar
a nuestros adversarios a dividir sus fuerzas. Sí, todo parece indicar que ha
llegado mi turno; estoy listo y, aunque la tensión nos rodea, espero poder
aprovechar la oportunidad que me brinde la suerte y pasar al otro lado antes de
que mis rivales levanten una barrera de nuevo.
El
dado baila a ritmo de rap sobre el tablero. Todos están pendientes de él pero,
cuando pare, las miradas se posaran en nosotros. Somos las fichas rojas y
estamos dispuestas a todo.