Juegos de azar

            Para la tímida sota de oros sólo el azar podía darle lo que tanto esperaba; sólo él podía conseguir que, mientras las cartas eran mezcladas, ella pudiese rozar el cuerpo de su amado y esquivo rey de bastos.

Huella: impresión profunda

            Dejó profundas huellas en mi camino y equivocada las seguí sin vacilación.

            Cuando llegué a su lado, me miró con ese gesto de desilusión que tanto me hería y dijo:

            -¿Qué haces aquí? ¿Por qué me has seguido? ¿No has visto acaso como mis pasos se alejaban de ti?

            Me sentí perdida. Desanduve el camino andado viendo a cada paso como mis pisadas y las suyas iban en direcciones opuestas.

            Ahora, ya en mi camino, sin señales, sin marcas, sin pistas, intento seguir con mi vida pero a veces, sólo a veces, sacó el par de zapatos que olvidó en mi armario, me los pongo y recorro la casa a grandes zancadas.

(microrrelato presentado al Concurso ImaginArte Minificciones en Cadena)

El accidente

         Camino del altar, pisó el freno. El único herido fue el novio. Pronóstico reservado.

A imagen y semejanza

“Argg”, murmuró el curtido forense al ver el estado del cuerpo al que se enfrentaba.

“Argg”, dijo el dibujante de comics viendo como la mancha de tinta se extendía por el dibujo.

“Argg”, exclamó el joven después de descubrir qué había pisado.

“Argg”, vomitó el famélico niño tras llevarse a la boca la comida encontrada en la basura.

"Argg”, protestó aquel dios novato después de haber trabajado durante siete días mientras se alejaba a toda velocidad de su obra susurrando: “¡Vaya mundo de mierda!”.

(microrrelato presentado a la XIV Edición del Concurso de Microrrelatos en Bubok)

Coma

            Fue como perder pie y caer en mitad de la calle. Sólo eso recuerdo.

        Mi esposa me ha dicho que he estado dormido seis años y la creo. Tiene que ser verdad porque he descubierto en su rostro algunas arrugas que ayer no estaban, porque sus ojos ya no me miran con emoción sino con cansancio, porque apenas puedo comprender que ese joven sea mi hijo o porque ya nunca volveré a ver a mi padre.

Los médicos dicen que con rehabilitación pronto recuperaré mi vida pero, visto lo visto, yo sólo quiero volver a dormir, yo sólo quiero volver al largo y plácido sueño.

(microrrelato que ha recibido el tercer premio en el II Concurso Búcaro de Poesía y Microrrelato)

Una revista y una entrevista

El microrrelato “San Martín”, ganador de una de las ediciones del concurso de microrrelatos en Bubok, ha sido recientemente elegido el mejor microrrelato del trimestre.

Por este motivo, como premio, la revista Más Literatura en su número 6 ha publicado dicho microrrelato y me ha hecho una entrevista (mi primera entrevista). Concretando un poco más, el micro lo encontraréis en la página 81 y la entrevista en las páginas 84 y 85.

En cualquier caso, si me permitís un consejo, la revista merece un par de buenos vistazos y no pocas lecturas, este número tiene cerca de 100 páginas y está dedicado a la ciencia ficción.

Oportunidad perdida

Habían quedado a las siete, era su primera cita. Él había tenido un día muy duro, estaba cansado y ahora veía que se le hacía tarde. Ella buscaba con desesperación un lugar donde poder dejar el coche. A las siete y veinte, a un tiempo, miraron el reloj, pensaron que ya era demasiado tarde y tiraron la toalla.

Estaban hechos el uno para el otro y no llegaron a averiguarlo nunca.

Cumpleaños feliz

Sóplame tu deseo, pide, mientras yo apago las velas.

Castillos en el aire

Desde hacia muchos años disfrutaba de su construcción, de ir añadiendo día a día pequeños y sutiles detalles.

Recordaba haberlo hecho desde siempre, desde niña, desde hacía más o menos 30 años.

Sin embargo, en cuanto esa cifra surgió en su mente, su peso hizo que las murallas empezasen a ceder, que las almenas se desplomasen, que el foso se llenase y que los torreones de derrumbasen.

Todos los castillos, sus castillos, se vinieron abajo, se evaporaron, sin ni siquiera levantar una nube de polvo, sin que nadie lo notase, inundándole los ojos de lágrimas.

Tarde de cascarrias

-Mira cómo te has puesto de barro, ¡qué desastre!

Mi hijo miró las salpicaduras con las que el barro adornaba sus pantalones y dijo:

-No es barro, la abuela me ha dicho que son cascarrias.

La palabra, que hacía años que no escuchaba, me trasladó inmediatamente al pasado. A veces una sola palabra es suficiente para iniciar un viaje en el tiempo.

-Cascarrias, hija, no vayas a olvidarlo. Quiere decir que ayer llovió, que hay charcos en la calle y que estuviste jugando. Ven, vamos a limpiarte.

Los ojos de mi hijo me devolvieron al presente. A veces una sola mirada es suficiente para traerte de vuelta.

-Me dijo que tú lo sabes, mamá, que tu sabes qué significa.

-Quiere decir que ayer llovió, que hay charcos y que has estado jugando. Yo también lo hacía cuando era una niña.

-¿Sí?

-Pues claro y… ¿sabes una cosa más? Me voy a poner unas botas y vamos a irnos a jugar un rato, juntos, tú y yo.

Fue una tarde mágica, nuestra primera tarde de cascarrias, tras la que vinieron otras muchas. Aún hoy las celebro con mis nietos, entre risas, como siempre.

Cascarria

Salpicadura de barro seco en la parte baja de la ropa, cerca del suelo. Se suele usar en plural.

También, y por extensión, se puede utilizar para hablar de la suciedad que se puede encontrar en algunos animales, por ejemplo, en la lana de las ovejas.

Ésta es una de esas palabras que descubrí en la Reserva de palabras, al borde mismo de la extinción; de hecho, tal y como la he escrito, ya no figura en el diccionario de la RAE y lleva directamente a otra: cazcarria, muy similar a ella. ¿Por qué entonces la he elegido para ser protagonista de esta entrada? Porque la desconocía y quise aprenderla, porque era la última de las quince palabras más votadas por los internautas para que no llegasen a desaparecer nunca y me parecía, sólo por eso, más vulnerable que ninguna.

Ejemplo: “Me encanta pasear por el campo cuando llueve, lo malo es que siempre vuelvo con el pantalón lleno de cascarrias”.

(quizás quieras participar en todo esto, mira cómo)

La eternidad

Agotada de las voces interiores que escuchaba en todo momento y que tantos abismos abrían a su alrededor, saturada de los susurros llenos de miedo en los que nadaban sus desafortunadas neuronas, cansada de luchar contra los negativos pensamientos que rebotaban como pelotas de tenis entre sus sienes, se quitó la vida buscando la paz.

Y sólo después de ser espectadora impasible de su propio entierro, cuando se quedó definitivamente sola, ya sin ser, para siempre, descubrió la terrible verdad, lo inesperado: detrás de la vida no se abría el frío del silencio que había ido a buscar, no, detrás estaban las voces de los muertos. Estaban sus gritos, aquellos en los que reclamaban la vida que habían perdido o que no llegaron a tener, en los que daban cuenta de los deseos insatisfechos, en los que contaban las injusticias de las que fueron objeto o las razones que les llevaron a actuar mal, los que llenaban de los recuerdos que querían guardar y que quizás habían ido inventando con el único propósito de hacerse oír y llamar la atención dentro de aquel interminable estruendo.

No, no era lo que ella había esperado encontrar pero pronto descubrió que, por lo menos, en aquella eternidad, le era absolutamente imposible oírse.

Primer amor

Con un hilillo de voz llamó mi atención y con un gesto me atrajo hacia ella.

Estábamos jugando al escondite, era el último verano de nuestra infancia y juntos esa tarde dimos un paso de gigante hacia adelante.

Olvidé su nombre en cuanto el invierno llamó a la puerta, pero hoy mi boca seca y temblona ha vuelto a sentir el sabor salado de sus labios.

(microrrelato presentado a la XIII Edición del Concurso de Microrrelatos en Bubok)

Toda una vida

Desde nuestro primer juego de canicas hasta hoy que empuja mi silla de ruedas, Pedro siempre ha hecho gala de una buena puntería, ha estado siempre a mi lado apuntando directo al corazón.

(microrrelato seleccionado en el I Premio de Microrrelatos Temáticos, concurso convocado por la Editorial Hipálage, y que será publicado en el libro "Amigos para siempre" junto con otros muchos)

La caja

             

            Ya no puede recordar si alguna vez le gustó bailar. Sólo sabe que, cuando entra la luz y la música suena, ella se pone a girar sobre sus zapatillas de punta mientras los pares de ojos de la araña la miran.

(microrrelato presentado al Concurso de Minificciones, mes de marzo)

Nuestra aventura

           -Con Sancho Panza aquel viejo loco logró ser caballero andante. Lo que quiero decir es que tener buena compañía es importante y, también, que yo te he elegido a ti.

            Me cogió entonces de la mano.

            -Ven, iniciemos nuestro viaje recorriendo esta calle.

            ¿No nos ves? Somos aquella pareja de ancianos.

(microrrelato presentado al Concurso ImaginArte Minificciones en Cadena y finalista por sorpresa)