En sus discusiones ella gritaba y agitaba el índice con fuerza, hasta que un día el dedo se le disparó matándolo.
28 de septiembre de 2020
27 de septiembre de 2020
26 de septiembre de 2020
24 de septiembre de 2020
Doce hombres sin piedad
Tras un año siendo la madrasta en aquella casa, Piedad
hizo las maletas para asistir al entierro de su madre prometiendo volver; sin
embargo, cuando regresó, nada más cruzar la puerta, cambió de idea lo que es
comprensible viendo lo que ocurrió en las primeras horas de su ausencia.
Pedro, el patriarca, se encendió un puro, en contra de
la prohibición del médico, al tiempo que ponía los zapatos llenos de barro
sobre la mesa baja del salón. El abuelo Santiago, sempiternamente sentado en el
sofá de orejas, se quitó el audífono y, adueñándose del mando a distancia,
elevó hasta límites insoportables el volumen de la televisión. Juan y Andrés
asaltaron el congelador e hicieron caso omiso de los paquetes y carteles con
los que Piedad pretendía poner orden en las comidas. Bartolomé desplegó todos
sus mecanos en el pasillo y dio inicio a la tercera guerra mundial. Santi, el
benjamín, pudo morder, babear o destrozar todo lo que estaba al alcance de su
mano. Los dos Judas, hijos de dos madres distintas pero igual de cabezotas,
continuaron con la pelea en la que estaban enzarzados desde la cuna. Mateo y
sus veinte mejores amigos improvisaron una fiesta en su habitación. Felipe y
Simón decidieron jugar el desempate de la liguilla de baloncesto que tenían en
marcha en el espacio sagrado de la biblioteca. Y Tomás, encantado con la
ausencia de Piedad, siempre tan controladora, asumió la realización de algunas
recetas, experimentos en realidad, olvidando la existencia y utilidad del
friegaplatos y los trapos de cocina.
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21 de septiembre de 2020
El mago Bunny
Para nuestra sorpresa, el ilusionista que se nos había
anunciado parecía ser un conejo con un pequeño sombrero de copa y una zanahoria
a modo de varita. Empezaba ya a sentir cómo los murmullos de enfado y protesta
crecían a mi espalda cuando el animal, en unos de sus torpes paseos por el
escenario sin perder su perpetua e irónica sonrisa, ante nuestra incredulidad y
sorpresa, dio paso a un hombre con esmoquin, una mujer especialmente atractiva,
una mesa con un tapete y dos sillas, unas cuantas barajas, una jaula grande y
cuadrada sobre un soporte de ruedas, una caja más con un par de cuchillas
ensartadas, un amplio juego de cuerdas y pañuelos y no menos de veinte espadas
de buen tamaño, junto a todo lo que a buen seguro no estaba a la vista.
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20 de septiembre de 2020
19 de septiembre de 2020
17 de septiembre de 2020
Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores
Dicen que todo empezó con una partida de parchís para los niños, jugada junto al mus de los mayores. Cuentan que ocurrió lo de siempre: ¡te como!, ¡hasta que no saques un cinco, no puedes salir de casa!, ¡ya puedo contar siete!, y quizás hubo algún pequeño que no supo perder y se puso a llorar, e inmediatamente después la intervención de su padre. Supongo que ya habrás visto cómo se ponen los padres en los partidos de futbol de la escuela, así que a final el interés acabó trasladándose de mesa y de juego.
Después las cosas se fueron
complicando aunque no sé si eso explica que, a día de hoy, el pueblo se
paralice, la mesa de juego esté en la casa de cultura, haya cámaras para
retransmitir las jugadas, un presentador, unas entradas, una liga y hasta una
quiniela.
Quizás sea excesivo, no te digo que
no, pero… espera, ya vienen, se oyen ruidos en el pasillo, los padres de los
jugadores se sientan y las gradas se agitan. ¡Ya empiezan! No creo que hayas
visto nunca unas hinchadas tan coloridas y entregadas.
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