Al mirar por el objetivo quiero captar la imagen del olivo añejo. Veo sobre el suelo arcilloso de secano la figura leñosa de un naranjo maduro a su lado; colmado del color de los frutos. Es una instantánea que estoy empeñada en conseguir a toda costa. Paso por este lugar casi todos los días. Estoy segura que ambos árboles llevan toda la vida juntos eso se nota. Sus sombras, se unen tímidamente al ras del suelo. Se entienden a la perfección, la naturaleza lo ha querido así después de tanto tiempo de ser vecinos.
Saben el uno del otro casi todo. Es el maridaje perfecto de un paisaje cercano en la retina de los aldeanos. La casa que los alberga está flanqueada por muros de piedra que miran a levante. El olivo y el naranjo hacen cada día una reverencia al astro rey para que éste caliente la vieja vivienda.
Ambos se miran y se hacen compañía. Dan frutos que alegran sus cuerpos enérgicos y disfrutan de las gotas de lluvia cuando caen lánguidas y pausadas, las pocas veces que la climatología lo considera. Uno produce oro líquido una vez al año y respira del otro los aromas del azahar, todas las primaveras. Todavía siguen en pie. Sin cuidados excesivos han sobrevivido a las tormentas frías del invierno y a las calimas de los veranos secos y áridos… Y siguen ahí. Yo cada vez que paso, los miro y los quiero.
Hoy, pude hacer la fotografía.
Tanto el microrrelato como las fotos son obra de Cabopá (http://aymaricarmen.blogspot.com/)
(Si tienes un microrrelato con temática ecologista, no dudes en enviármelo. Si, por el contrario, prefieres ilustrar, ponte en contacto conmigo, esta sección la estamos construyendo entre todos y estás invitado. ¡Muchas gracias!)
A medida que leía iba construyendo una historia de amor entre estos dos arboles.
ResponderEliminarMi enhorabuena a Cabopá por la historia y las fotos.
He echado de menos a Juanlu.
Un abrazo.
Juanlu es una presencia aquí, los lunes, y en media blogosfera. No pasa nada, le recuperaremos, tranquilo. Lo bueno es que... sumamos gente e ideas, hoy las de Cabopá.
ResponderEliminar(Me encanta ese naranjo visto desde un día de enero)
Un beso, Luisa.
Genial ese florecer en pleno invierno, ojalá todos lográramos hacerlo, por dentro.
ResponderEliminarBesos
Es Enero pero hoy parece primavera. Precioso Cabopá. Gracias Luisa.
ResponderEliminarBesos desde el aire
¡Gracias Luisa!
ResponderEliminarEs un placer, no sabes cómo, el que me hayas dedicado el espacio y el tiempo para este relato en tu ventana que siempre respira naturaleza, buena literatura con palabras propias y con palabras prestadas....
Tu espacio de microrrelatos al por mayor es un lugar agradable lleno de amigos.
Tus micros son siempre excepcionales y tus palabras de uso no oficial me gusta muchísimo. No digamos esos aforismos a los que nos tienes acostumbrados.
Encantada de conocerte y de nuevo gracias por el detalle "consentido"
Me gusta colaborar con los amigos de otras ventanas, es para mí un grato honor el que "otr@s" confíen en lo que escribo y lo que fotografío...
Ahora mismo te enlazo a mi blog para que todos mis amigos, los que se asoman habitualmente, te conozcan...
Tu generosidad y buen hacer no tiene precio....BESICOS.
No tienes que darme tanto las gracias, en absoluto, encantada.
ResponderEliminarOtro día, cuando quieras, escribes otro micro ecológico y le decimos a Juanlu que haga una ilustración, a petición de Pedro (por decir alguien)
Un beso a todos, Luisa.
Precioso micro Cabopá, saluda a ambos cuando pases de nuevo por allí!.
ResponderEliminarYo volveré, ya sabe Luisa que no se decir que no, jejeje, pero como dice ella, hay más propuestas, y más mundos para luchar por este.
Un abrazo!!!
Dos árboles muy mediterráneos, muy nuestros.
ResponderEliminarPrecioso micro, Cabopá.
Saludos, Luisa.
Abrazos.
Me encantan los árboles, son como nosotros, aunque no andan.
ResponderEliminarPrecioso el micro de Cabopá, y ¡qué bien lo de esa fotografía que entremezcla sus sombras!.
Un abrazo para Luisa y su buena idea de micros ecologistas, y para Cabopá.
Dos representantes de la flora mediterránea, dos árboles que se aman y se hablan. Solo los ignorantes creen que no tienen alma. Sus raíces, seguro, se trenzan como dedos acariciadores. Buenas fotos, y Luisa como siempre, poniendo vida en su ventana de los lunes.
ResponderEliminarMe ha gustado el micro Cabopá ...Y ver esos dos árboles que llevan juntos toda su vida.
ResponderEliminarBesos para las dos.
Capopá, siento no haberlo leído ayer, el lunes me hubiera parecido fiesta. Me ha encantado. Los árboles me han parecido dos amigos, juntos toda la vida, a las duras y a las maduras. Me han recordado a tí y a mi. Tú árbol y el mío, entrelazando sus olores, sus sentimientos y sus anhelos. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, una vez más, Luisa, por este espacio.
Me gusta esa mistad que tiene a veces la naturaleza..que disfrutan y se ayudan al máximo unos a otros...
ResponderEliminarMe ha gustado el relato..
te felicito
un abrazo
Es verdad que los olivos y los naranjos se llevan muy bien, por aquí también se ven amistades e historias de amor como las que tan bien describes con la imagen y la palabra, Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo, y otro también para Luisa :)
Hola, en mi blog puedes ver si quieres un montón de ilustraciones que pueden servir a tus propósitos. Estaré encantado de colaborar en tu blog.
ResponderEliminarUn saludo.