Tras estar un par de días sintiendo en la espalda
un cosquilleo y volver a oír voces, decidió ir al médico que la había operado.
Él le confirmó la recaída, casi excusándose: “Siempre supimos que extirparle
las alas no nos aseguraba resolver completamente el problema, que había un
tanto por ciento muy alto de que la imaginación volviese a manifestársele”.
Tremendo lo que la imaginación es capaz de provocar ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Que nadie nos corte ni las alas ni las palabras.
ResponderEliminarSaludos
Conclusión: es tontería intentar cortarse las alas, no compensa, es mejor aprender a vivir con ellas. Lo que, además, bien visto presenta alguna ventaja que otra: poder volar, por apuntar una.
ResponderEliminarGracias, y buen lunes
Una recaída necesaria. Un canto a la imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Tal vez el único lugar en donde el ser humano es totalmente libre es en su imaginación (como capacidad de pensar y crear), así que ¡prohibido el bisturí! (y también ineficaz). Pequeño gran texto...
ResponderEliminarRecordad que... las extremidades amputadas se siguen sintiendo. Una trampa? Una suerte? No sabría qué deciros.
ResponderEliminarGracias