El mundo ya no era nuestro.
Les habíamos
creado, dotado del poder y de las habilidades que nunca tuvimos y pronto
averiguaron que no nos necesitaban. El día que las máquinas comenzaron a
gobernar el mundo, nosotros empezamos a ser gusanos, ni creadores, ni padres,
ni mascotas, gusanos en busca constante de agua y comida.
Así es el mundo de nuestros hijos, los que hoy ven con
incertidumbre cómo el mundo vuelve a cambiar, cómo las máquinas abandonan el
planeta; mientras los más viejos ya solo pensamos en aprovechar esta nueva
oportunidad y dispuestos a pelear con cualquiera por ella.
Bueno, si ellas se van, algo dejarán tras de sí
ResponderEliminarSí, y por lo que dejen, sea lo que sea, volverán las peleas.
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