Antaño había tenido
buena memoria, no había tenido problemas para recordar, por ejemplo, la
retahíla de los reyes godos; pero el destino le había deparado otras sorpresas,
le enfrentaba ahora a la verdad, pura y dura, pidiéndole reflexión y
sacrificio: si tanto le gustaba esa niña, tanto como de hecho le gustaba,
quizás lo mejor fuese olvidar algunas de las respuestas, dejar que ganase
aquella estúpida competición escolar y poder acercarse a ella, al menos una vez
y con la mejor de la excusas, para darle la enhorabuena.
No es mala idea, oye
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