27 de mayo de 2021

Pequeñas mentiras sin importancia


Le agradezco con otra sonrisa su mentira piadosa y observo cómo empieza a relajarse. Un instante después la mala conciencia le ha abandonado y me mira incrédulo porque esta vez la mentira era demasiado grande y estaba muy poco elaborada, porque no puedo creérmela a no ser que sea mucho más tonta de lo que siempre ha pensado. Le sonrío otra vez, lo más tontamente que puedo, y es así, sin perder la sonrisa, cómo abro la puerta de la casa cuando suena el timbre, invito al hombre a entrar y le indico hacia dónde ha de dirigir sus pasos. Mientras yo voy hacia el dormitorio, desentendiéndome de esa lluvia de golpes en la que quizás me podría ver reflejada, echo mano de la maleta en la que yace recién enterrado un dinero que tenía que haber llegado a sus compinches y se ha extraviado, y salgo de la casa sin rencor, deseando que cualquiera de las mujeres con las que me ha traicionado durante años, esas de las que no ha podido prescindir, vengan a ayudarle.

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