Descansaré
cuando me conteste que sí. Dejaré de obsequiarla a todas horas con ramos de
flores, bombones y joyas; abandonaré las fiestas sorpresa por cualquier motivo
y me vestiré con mi chándal preferido dejando que los días empiecen a pasar
iguales y con calma; olvidaré la batería de piropos, comentarios y
conversaciones agradables con los que he llenado estos meses y volveré a ser
yo.
Puede
que en ese momento la sorprenda de nuevo, que no reconozca en mí al novio
atento y amable, incluso puede que se empiece a sentir decepcionada con el hombre
con el que se ha casado; pero, llegado ese momento, ya estará enamorada de mí y
ese amor la mantendrá, a buen seguro, toda la vida a mi lado.
Con el tiempo todo se relaja, es algo que llega sin buscarlo, aunque tu protagonista lo tiene claro de antemano y favorece el terreno.
ResponderEliminarMuy original, Luisa. Un abrazo