Y se apagó la luz, uniéndose a las
tinieblas. Después, las nubes y los océanos fundieron sus aguas; para, con
ellas, anegar las tierras y ahogar flores, frutas, plantas y árboles. Más
tarde, en un instante, desaparecieron el Sol muerto, la Luna y las estrellas ya
apagadas; lo que facilitó que todos los seres vivos, se arrastrasen, nadasen,
anduviesen o volasen, fueran exterminados. Se hizo el silencio y el hijo pudo
al fin descansar, dejando sus juguetes debidamente ordenados, justo como quería
su madre.
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