La primera caja que abrió fue la que contenía los
patines. ¡Lo que había pedido! Después, durante algo más de media hora, abrió
muchas otras con un casco, rodilleras, coderas, muñequeras, guantes,
espinilleras, tobilleras y hasta un horrible pantalón al que sus padres
llamaron culera. Ellos parecían felices, ella sonrió con educación y dio las
gracias, pero poco después empujaba todo
debajo de la cama y volvía con sus muñecas, segura de que a ellos no les
importaría.
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