23 de octubre de 2024

Cuentos

Me prometí leerle un cuento todas las noches, como soñé siendo un chiquillo que alguien me hiciera; y aprendí que adultos y niños no interpretan las historias del mismo modo. Cuando leí Caperucita, recordé a mi hermana enfrentándose a los viejos verdes que querían comérsela; mientras él imaginaba una princesa durmiendo, lloré de nuevo a mi madre en coma a la que ningún beso despertó nunca; más tarde, junto con Cenicienta, llegó mi tía esclavizada para pagar las facturas. Aunque lo peor fue confirmar, cuando nos abandonó, que yo nunca sería el Príncipe Azul que su madre quería.
 
(microrrelato para una propuesta de Esta noche te cuento, esta)

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