Aprovechando un descuido de los
agentes, el caco, un gitanillo fibroso muy profesional y competitivo, inició la
carrera hacia la puerta de la comisaría que estaba a unos cien metros.
Si bien no tuvo un buen arranque, ya
que no disponía del mejor calzado y tuvo que esquivar un par de sillas antes de
poder encarar el pasillo ancho y recto, pronto pareció encontrar el mejor ritmo
para conseguir su propósito. Sabía la carrera que tenía que ejecutar, la tenía
desde hacía tiempo en mente, y se limitó a hacerla realidad con zancadas
amplias y seguras, controlando tanto la respiración como todos y cada uno de
sus movimientos.
Un par de segundos más tarde, sus
oponentes se dieron cuenta de que la carrera se había iniciado pero, como no
había nadie para declarar nula la salida, se vieron obligados a seguirle.
Los policías, con un nivel de forma
sustancialmente peor, declararon después que había sido una carrera en la que
no se habían sentido cómodos y que el caco había alcanzado la calle en poco más
o menos diez segundos.
(microrrelato
con el que participé en Esta
noche te cuento para el tema: cualquier deporte olímpico)
De la necesidad surgen campeones :)
ResponderEliminarSaludos.