Siempre supo
que él le ponía los cuernos y también que aquellas mujeres no duraban más de
dos días a su lado. Hasta que llegó una que estaba dispuesta a quedarse; y
ella, temiendo perderle, sólo supo pedir que, si aquella mujer se obstinaba en
permanecer junto a él, únicamente estuviera en un segundo plano.
Pasó el tiempo
y cada uno representó el papel que había aceptado en la vida.
Un día llegó
hasta sus oídos la noticia de que la otra se había quedado embarazada, algo que
podía desequilibrar la balanza, que podía hacer que su hombre la abandonase y
pensó: “No pienso perder ahora lo que he tenido durante años”. Y logró quedarse
embarazada a tiempo, ganando para sí la carrera hacia el altar y para sus hijos
un medio padre.
Qué encanto debe tener ese hombre cuando dos mujeres son capaces de compartirlo. Eso sí, por mucho que quiera, él tiene que dividirse, porque no puede multiplicarse, como queda claro al final con la expresión "medio padre".
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Menuda meta a la que aspira la resignada esta.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos, Luisa
Si son felices así...pues bueno!
ResponderEliminarLa verdad que es una carrera dura la que se plantea tu protagonista, en fin, si es así como desea vivir, uf, me parece tan triste. Pero tu relato fabuloso Luisa.
ResponderEliminarBesos.