Ya no podíamos contar con
David, lo supimos en cuanto lo vimos acompañado y camino de casa. El juego
había acabado; pero seguimos agazapados. Yo, porque no quería ser un chivato.
Juan porque siempre hacía lo que Pedro y éste porque estaba asustado. En cuanto
a Celia, ella, porque desde hace horas yacía demasiado inmóvil en el centro de
un charco de sangre.
Empezábamos a entender que el juego había terminado,
puede que al poco de iniciarse, antes de que David y su madre se fuesen a casa,
cuando Celia empezó a llorar y no la hicimos caso.
(con este microrrelato
gané el Certamen Literario Internacional Hacia Ítaca 2017, razón por la que aparece
forma parte de esta antología; aunque el premio es
mucho mejor, pero eso ya os lo cuento mañana)
Una cadena de personas y diferentes reacciones hacia un mismo hecho.
ResponderEliminarEnhorabuena por ese premio, Luisa.
Un abrazo
Muy fuerte, muy potente. Enhorabuena por el merecido premio.
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