Sentado
en el comedor de la residencia de ancianos, esperando a que la sopa se enfríe,
descubrió algunas mesas más allá, seguramente recién llegada, a la mujer
alrededor de la cual haría girar el resto de su vida.
Supo
que era ella porque su mirada era como la de su mujer, cansada, triste, rendida
y apagada.
La
vida le daba la oportunidad, y no podía desaprovecharla, de iluminar aquellos
ojos, enmendando así el pasado estéril y doloroso del que era tan responsable.
Para tu protagonista ha llegado el momento de creer que nunca es tarde. Cuánta dice tu micro Luisa, de la vida de tres personas!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Nunca es tarde oara canbiar, una nueva oportunidad es una nueva ocasión de hacerlo mejor, y nunca es tarde.
ResponderEliminarGracias
Esta historia que tú relatas a la perfección, sucede cada día, porque la vida no termina hasta con el último de los latidos.
ResponderEliminarSAludos.