En
las cicatrices, en los recuerdos, en las pesadillas. En las falsas sonrisas, en
el trato demasiado educado, en las amenazas mudas. En el pasado y en el
presente. En la habitación de al lado, demasiado cerca. En la comida de
Navidad, en los ojos que se encuentran tras pedir un deseo y soplar las velas,
en la mano que se alarga sobre la piel y se queda.
Todos los monstruos viven en el hombre que más quería,
en mi padre, para más señas.
Terrorífico!
ResponderEliminarEl único y el mayor de todos.
ResponderEliminarSaludos,
J.
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ResponderEliminarParece que le cogieron cariño
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