13 de diciembre de 2023

La vida de después

Se había ganado el respeto por dejarse la piel y controlar hasta el último detalle. Nunca puso reparo alguno en echar todas las horas que hicieran falta, en asumir que el trabajo era lo único importante, en prescindir de novias, compromisos, hijos, ocios, vacaciones o viajes. Sin embargo todo llega, hace unos meses le prejubilaron; él, como siempre, lo había visto venir y sabía que no obtendría un mejor trato.
Supuso entonces que sentiría un vacío, que la soledad y las horas le aplastasen, lo asumió como inevitable; pero lo que no vio venir es que, al resolver la herencia de su padre, descubriera que poseía un pequeño terreno y una casa en ese pueblo que no visitaba desde la niñez y que Vera, la única niña que acompañó al río en el verano, se hubiese quedado viuda, y le recordase, y le abordase, y le ayudase a mudarse, y estuvieran durmiendo juntos desde el primer día, piel con piel, ni tarde ni nunca, en el momento simplemente adecuado. 
 
(microrrelato para una propuesta de Esta noche te cuento, esta)

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