Nunca nos hemos puesto de acuerdo en
nada. Tú siempre has dicho que si nos conocimos fue porque me quitaste la
merienda, cuando yo recuerdo que la compartimos. Has sostenido que me tirabas
de las coletas y me levantabas las faldas por hacerme rabiar; yo siempre creí
que era porque no podías vivir sin mí. Ya de adolescentes afirmabas ser un don
juan; o un indeciso, he apuntado yo cuando he tenido ocasión, siendo prueba de
ello este matrimonio que hemos construido juntos.
El médico acaba de darnos las malas
noticias, ha hablado de unos meses y nos ha prometido que no sufrirás. Yo
confieso estar contenta y prometo ya desde ahora que, si no llegas al año,
aguantaré y afirmaré siempre que fuiste un buen marido, aunque solo sea porque
por una vez tú y yo parece que nos hemos puesto de acuerdo en algunas cosas: yo
siempre fui una ilusa, tú nunca me quisiste, aquí no hubo ni amor ni respeto,
solo la mala costumbre de que las parejas debían de serlo para toda la vida, o
parecerlo, algo en lo que el mundo ha cambiado y mucho, a lo que yo llego a
tiempo y tú no verás.
(microrrelato
para una propuesta de Esta noche te cuento, esta)
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