El día en que la quinta nave, suspendida
sobre la boina gris de Madrid, se sumó a la formación, volví a intentar acceder
a Internet. Pese a la amenaza de sanciones por parte de la comunidad
internacional no ha habido rectificación ni nuevas noticias. Allí sigue el
logotipo, girando sobre sí mismo y lanzando destellos azulados, como una
absurda carta de ajuste. Los periódicos se limitan a juguetear con oscuras
conspiraciones. El teletexto está paralizado en la patética explicación de las
nubes lenticulares, que ya no se cree ni Maxi. ¿Y quién es Maxi? Pues es mi
hermano mayor, pero su autismo y nuestra soledad han trastocado los papeles.
Hay veces que le noto inquieto y entonces subimos a la azotea, siempre cuando
ha oscurecido. Le dejo que me cuente otra vez, con su lengua de niño en un
cuerpo de hombre, que los picotazos que vemos en la luna se los han hecho los
bichos espaciales. Que vienen ahora aquí a robarnos los mares con sus lenguas
de mariposa. Él ha escuchado las voces en sus sueños y yo le creo, pero debo
evitar que hable más de la cuenta. Mientras en otros rincones del globo se
estarán preparando para evitar la invasión, en este país la Ley 38/2020, de
Armonización de la Información, o ley bozal, como decimos entre dientes,
castiga la simple mención de la palabra extraterrestre. La vida está
suspendida, todo ha dejado de suceder.
Autor: Belén Sáenz
Autor: Belén Sáenz
Le agradezco mucho a Belén que escribiese este texto. Sé que quería aportar su granito de arena desde un principio, y también que de entrada no acababa de saber cómo hacerlo. Afortunadamente para todos, superó los inconvenientes y aquí está, como debe.
ResponderEliminarY yo encantada
Un texto que tiene mucha tela para cortar. Muy bueno. Me quedo con esa imagen de una ley estúpida frente a lo desconocido (o temido).
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