Oyó
una voz diciéndole que se despertase y la asaltaron imágenes de golpes e
insultos. Poco después el susurro se elevó y alcanzó en su mente la
consistencia de grito.
Tuvo
miedo y eligió hundirse.
Algunas
respiraciones después, dormía profundamente escapando tanto del lacerante dolor
como de la urgente llamada.
Nunca
supo si aquello eran sueños o recuerdos, nunca supo si estaba loca o tenía
miedo. Lo importante, lo único importante, es que dejó de soñar o de recordar,
sumiéndose para siempre en un instante largo, lleno de calma, eterno.
Huyendo por vía de la muerte, de una vida de vejaciones.
ResponderEliminarImpactante!
Besos.
¡Madre mía! No sé si fue la mejor forma de salir de esa situación, pero seguro que sí fue eficaz.
ResponderEliminarBesos Luisa.
Visto lo visto, la huida era una buena opción.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Me gusta su ambigüedad.
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