Todo en aquella casa me hablaba de
su ausencia y de los momentos que ya no viviríamos nunca. Paseaba entre
aquellas paredes como alma en pena y no acababa de reunir el valor para entrar
en el despacho y acercarme a su ordenador, a sus borradores y a esos cuentos
infantiles con los que se había ganado la vida y que habían impregnado, como no
podía ser de otro modo, todos nuestros días juntos.
Pasado un tiempo, procedente de
aquel lugar en el que aún no me había atrevido a entrar, creí oír algunos
sonidos, asomé con miedo la cabeza y descubrí, incrédulo, una especie de hada
minúscula, transparente y luminosa que, acariciando los objetos que yo aún no
había osado tocar, lloraba desconsoladamente.
Fue así como nos conocimos, hace
unos meses ya y… ¡maldita la hora! ¿Alguien sabe cómo hacer callar a una musa y
que deje de susurrarme en el oído?
(microrrelato
escrito para Esta noche te
cuento: seres mágicos)
¡Qué bonito y cuánta delicadeza en el contar!
ResponderEliminarEs precioso como todo lo que escribes. Es final además de inesperado, me ha arrancado una sonrisa. Genial!!
ResponderEliminarBesicos muchos