A
primera vista aquel lugar en mitad del océano era como cualquier otro, pero el
recuerdo de algunas buenas capturas hechas en esas aguas hacía que volviese
cada cierto tiempo. Tiraba mi red en un movimiento envolvente y amplío y,
después, dejaba que el tiempo pasase; divagaba, soñaba, me perdía en las nubes,
jugaba con la espuma, hasta que subía la malla a cubierta, intentando calibrar
por el peso si el esfuerzo y el tiempo estaban bien empleados, sabiendo de
antemano que lo que verdaderamente vale es la calidad de la pieza, sus
significados. Después, tras escoger algunos ejemplares, devolvía el resto al
agua.
Y es que no hay nada más triste que
un montón de palabras boqueando como peces agonizantes, más aún cuando puede
que las necesites en otra ocasión, en cuanto quieras escribir otro
microrrelato.
(microrrelato
incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)
Excelente Luísa, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesicos muchos
Tiene una hermosa carga poética.
ResponderEliminarHay que respetar las capturas, para no perder el diccionario. ;)
ResponderEliminarUn magnífico relato que con la expresión: "palabras boqueando como peces agonizantes", lo haces sublime.
ResponderEliminarLas palabras siempre sirven, en cada momento, las suyas.
ResponderEliminarHermoso relato, Luisa.
Un abrazo