Años viajando en la misma línea, a la misma hora, rodeado por las mismas caras de sueño. Me siento y abro el periódico, suspiro. Inmediatamente después oigo a alguien a mi derecha hacer lo mismo, bajo el periódico y sonrío. Justo en ese momento otro más, es el señor de enfrente; y después, sin pausa alguna, un estudiante, un emigrante, un niño. Pronto el espacio se llena de soplos, resoplidos y jadeos de todo tipo. Cuando el metro entra en la siguiente estación estamos casi sin aire pero, como nunca, felices.
(Proyecto: No me cuentes películas. ¿Te animas a
contar una historia que tenga el mismo título que la película
pero que no tenga nada que ver con ella)
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