Consciente de que en casa no sobraba el dinero pidió a
los Reyes Magos solo una cosa: que su padre dejase de visitarla por las noches;
y un día, pasado el mes de enero, él se fue.
Al año siguiente, después de pensarlo bien, pidió que
su madre dejase de estar sola y ¡hubo suerte!, algunos meses más tarde un
hombre se fue a vivir con ellas.
Cuando la siguiente Navidad llegó, pensando que por
lógica los Reyes llevarían un registro de los regalos entregados y que seguramente
preferirían no repetirse, como todos los chicos y las chicas de su edad, les
pidió una bicicleta.
Tuvo que soportar que las manos de su padrastro la
enseñasen a montar en ella, eso es cierto; pero, antes de que llegase el
invierno, la utilizó para irse.
¡Madre mía, qué historia tan dura la de esa chica! Me alegra saber que al final pudo huir. Muy bien contado.
ResponderEliminarUn besazo.
Dura vida la de estas dos mujeres. Y esa niña viendo una injusticia tras otras. Qué bien contado Luisa.
ResponderEliminarBesicos muchos.