Cuando
se conocieron, cuando se enamoraron, pusieron cada uno en esa relación lo poco
o mucho que tenían. Ella, su dulce sonrisa, y él, el pasado de un joven
delincuente en pelea constante.
Algún
tiempo después ella enfermó y durante años les vimos luchar juntos en una
batalla que no podía ganarse. Cuando el inevitable fin llegó, todos creímos que
el dolor acabaría con él, apostamos porque la ira lo arrastraría y olvidamos lo
importante: que su pasado ya no era el de antes, que ella era su único pasado.
Las personas aprendemos y cambiamos Luisa, pero las etiquetas y los prejuicios a veces se ven como las luces de neón.
ResponderEliminarBesicos muchos.