Antes de que vuelva papá, justo
cuando su silueta se asoma al horizonte y se agranda con cada nuevo paso,
recogemos los juguetes, las pinturillas y las sonrisas; hacemos el silencio y
nos vestimos de gris, muy serios, en señal de respeto por su tristeza.
Lamentablemente mi hermano asegura que ha empezado a mirarnos raro, con la
misma mezcla de sospecha y miedo que tanto nos molestó en madre. Una pena.
Uyyyy Luísa, qué triste tu relato este lunes. Pero que bien escrito!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias, guapa, por la visita, por las palabras que no sé si merezco; pero gracias, gracias
ResponderEliminarDeja una triste desazón, muy logrado.
ResponderEliminarCreo que esa desazón era lo que quería que quedase tras el punto final. Misión cumplida!!!! Gracias por comentarlo
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