Nunca se quejó de que fuese dejándolo todo por en medio.
Recuerdo incluso que hubo un tiempo en que le resultaba encantador descubrir,
agazapado en cualquier rincón de la casa, uno de los seres fantásticos que
llenaban mis exitosos libros y que aquello suponía una sonrisa y un cumplido.
Supongo que, solo por eso, tenía que haber empezado a sospechar que algo iba
mal el día en que ella empezó a quejarse del desorden.
Hoy hace semanas que se ha ido, que todos se han ido;
porque, detrás de ella, se han ido los seres mágicos y mi imaginación mientras
mi agente no para de reclamarme mi nuevo libro.
Y que no se enoje el agente, que si él también se va, son bien difíciles de reemplazar.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Pues te tocará correr tras ella
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