Fue un espectáculo ridículo,
una experiencia a olvidar. Un par de meses después supe que el error crecería
sin parar hasta convertirse, primero, en un bebé y luego en esta mujer que me
interroga, que no comprende por qué nunca le dije nada a su padre, ese
desconocido del que no recuerdo absolutamente nada, que ella dice que es
importante.
Bueno... No siempre es necesario saberlo todo. Sin misterios la vida de torna, como mínimo, aburrida.
ResponderEliminarSaludos,
J.