19 de noviembre de 2020

El último acto


Al entrar en la habitación los presentes se hicieron a un lado y me abrieron un camino hacia la cama, donde su cuerpo estaba cubierto con cendal blanco. Ya no habría una despedida entre nosotros, tampoco un reproche o una palabra, llegaba tarde. Me pareció sentir que mi indiferencia sembraba la alarma entre los que me rodeaban y me vi obligado a retroceder al recuerdo feliz de nuestros primeros años juntos, logrando así que una nube de lágrimas me velase la mirada, justo como esperaban.

1 comentario:

  1. Siempre actuamos mas para los demás que para nosotros mismos.
    Tan acostumbrados estamos a ellos que no sabemos cómo escapar de tal condicionamiento.

    Saludos,

    J.

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