He
empezado a sospechar de mi esposo; sin embargo, estoy segura de que no se trata
de una simple aventura, me temo que sea mucho peor, que sea la suma de todas
ellas.
Hace
unos días volví a casa antes de lo habitual y, cosa extraña, la televisión no
estaba encendida. Mi marido, sentado en el sofá, con la cabeza inclinada hacia
delante y los ojos abiertos, parecía estar tan ausente como siempre pero, al
descubrirme, se sobresaltó y creí ver que, mientras con la mano derecha buscaba
el mando a distancia, con la izquierda apartaba algo de mi vista. Yo hice como
que no me daba cuenta; pero sé que tengo razón cuando digo que creí ver en sus
ojos emoción y vida, sentimientos que no he encontrado en él nunca.
Ahora
sólo pretendo averiguar, de una vez por todas, si es verdad lo que creo: que ha
empezado a leer y que disfruta con ello.
Preocupantemente subversivo...
ResponderEliminarLeer es malísimo despierta la imaginación, que es una cosa rara que hace pensar en más cosas raras, todas peligrosas y absurdas. Hay gente que prefiere seguir un camino ya hecho y pateado por miles, simplemente porque es más fácil.
ResponderEliminarAunque para algunas, esa opción, sea.... triste
Ja, ja, ja. Sí, es verdad. La única forma de rebelión doméstica. Muy sugestivo tu texto.
ResponderEliminarDivertido final.
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