Hasta
que él llegó, habíamos visto incontables trucos de cartas y de escapismo, desapariciones y apariciones sorpresa;
habíamos sido testigos de una copiosa lluvia desde un cielo sin nubes, de la
resurrección del abuelo o incluso del viaje al pasado de algunos para cambiar
el presente.
Sí, habíamos presenciado grandes
milagros y estábamos acostumbrados a ellos; sin embargo él supo cómo
conquistarnos y dejarnos impresionados,
llegó, se sentó y sigue sin hacer nada. No podemos ni imaginar cuánto dinero
más tendremos que tirarle para que rompa su increíble mutismo.
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