Se escucha ese “pi” infinito y las enfermeras que hay en la sala cercana amagan una cara de circunstancias, un instante apenas. Un par de ellas termina su café y se dirige con rapidez hacia el cuerpo que acaba de perder la vida mientras, en los pasillos del atestado hospital, los enfermos que han oído el pitido y saben qué significa han comenzado a aullar, incapaces de contener su alegría porque la fila avance, olvidando por un momento que no saber gestionar las situaciones de estrés puede causar también bajas en sus filas.
Tremendísimo...
ResponderEliminarMuy bueno, aunque terrible. Esos comienzos de relatos en cadena a veces son... ufff!!!
ResponderEliminarBesicos muchos.