Se despertó sobresaltada, cubierta de sudor y ahogando un grito. Poco después, giraba la cabeza hacia la izquierda; él se hacía el dormido, estaba con los ojos cerrados pero tenía en el rostro una sonrisa burlona, dañina, hiriente y ostentosa.
Estuviese dormida o despierta, él era su pesadilla.
(microrrelato presentado al Concurso de Minificciones, mes de febrero)
Me gusta mucho Luisa, el final es de auténtico terror.
ResponderEliminarUn beso
Yo no lo veo todo lo bien que me gustaría pero...sí quería crear un poco de tensión o desazón, la que me provoca la imagen.
ResponderEliminarUn beso gordote.
Qué pena que no pueda una controlar con qué soñar y con qué no. Incluso en sueños ella está alerta. Yo no lo tocaría, si te ha salido así es que así tenía que ser. A veces añades algo y quitas fuerza a la cosa. Aunque eso es solo mi opinión....pero a mí me gusta.
ResponderEliminarTerror cotidiano del que no sabe escapar de su torturador.
ResponderEliminarUn beso.
Ponle un cuchillo bajo la almohada o ata a la "prota" a la cama: más impacto.
ResponderEliminarMe ha gustado. La frase final muy muy buena porque cierra el micro dándole todo el sentido que se espera (dada la intriga creada por la narración).
Con el terror cotidiano me vale, hoy creo que no voy a matar a nadie, al menos hoy.
ResponderEliminarTorcuato, El Cubo,...un saludo.
Realmente bueno ese juego onírico/realidad. Besos.
ResponderEliminar¡Vaya, pavo! Mejor dejarlo dormir solo. Me gustó.
ResponderEliminarBesos triples.