Estábamos bastante apretados, nosotros, los dos niños,
mi madre y los suegros. La convivencia era difícil pero, cuando el dinero no da
para más, quizás lo único realmente importante sea la familia, o eso nos
repetíamos a nosotros mismos todos los días.
Sin embargo, con el inicio de siglo, la vida nos dio
otra vuelta de tuerca: la hermana de mi marido, embarazada, y el futuro padre
no tenían donde vivir, lo que implicaba que tendríamos que apretujarnos en la
baldosa otro poco; aunque si algo ha añadido tensión de verdad es lo atractivo
que ha resultado ser él y lo imposible que es evitar los restregones por todas
partes.
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